Por Elizabeth Gori
Fotografía: Alexandra Bochkareva. Fuente: https://www.facebook.com/photo/?fbid=342941380530615&set=a.342941353863951
Que seas tú quien escape.
Huye,
a toda prisa,
en tu pradera láctea;
que la mandíbula metálica del cepo no cubra la médula de tu espanto.
Si te atrapan, que encuentres la llave oculta en la casa del silencio; lucha, insiste, combate, que seas el verdugo de las cuerdas que acechan tus huesos, predador de inmundas cadenas de exterminio, escala, rompe tus huellas.
Si no escapas, que seas tú quien sobrevive al holocausto, lucha, persiste, que seas de los que vuelven al prado embriagado de rocío materno, de los que van a los refugios de hormigón colmados de historias donde todavía se cura el rescoldo, en la piel, en las patas, en la oquedad que habitaron tus ojos.
Si no has sobrevivido, resiste, lucha,
lucha, al menos sea la muerte la órbita de esperanza donde regresas al nicho.
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