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Tristeza peregrina. Una revisión a la Trilogía de la Depresión de Lars von Trier

Por Elizabeth Gori




En el 2009, el director danés Lars von Trier inició su trilogía de la depresión. El antecedente de esta obra es la propia experiencia del autor estando internado por un episodio de depresión mayor. Inicia así una de sus obras más plagada de símbolos: Antichrist (2009). Mas tarde vendrían las películas que completan este ciclo: Melancholia (2011) y Nymphomaniac (2013). El estreno de cada una deja apenas dos años para la realización de la siguiente, situación que va agotando todos los elementos que conforman estas obras: argumento, estética y simbología. A continuación, se realiza una muy breve revisión de dichos elementos en este ciclo.


Antichrist.


El prólogo de la cinta nos presenta el motor que echará andar el encuentro con el sufrimiento más profundo: un pequeño cae por la ventana y muere. El dolor que experimenta la madre (magistralmente interpretada por Charlotte Gainsbourg), rebasa la comprensión del padre (Willem Dafoe); éste intenta ayudarla, sin darse cuenta que en realidad ejerce sobre ella una presión que la llevará al límite. En términos generales este es el argumento.


En otro nivel, la película lleva al espectador a reflexionar sobre temas como las relaciones de poder entre hombres y mujeres, la génesis y desarrollo del duelo, la soledad y la historia de las mujeres perseguidas y ejecutadas por supuesta brujería. Un guión preciso y una dirección meticulosa hacen que el subtexto no entorpezca el desarrollo, casi natural, de la película.


El espectador sabe que será testigo de una historia compleja desde el inicio. La perfecta secuencia ralentizada del prólogo, con una excelente definición en blanco y negro, inaugura la estética del largometraje. En los siguientes capítulos, la llegada de los colores se utiliza para crear la atmosfera del caos producido por la depresión. La saturación del dolor de la protagonista, culmina en una niebla donde el personaje anda sin retorno. Al final vuelve el blanco y negro bien definido, el padre es alcanzado por una multitud de mujeres en lo profundo del bosque.


Por si fuera poco, von Trier trabaja en el contenido de su obra maestra y la llena de sentido a través de los símbolos. Los tres mendigos que forman parte de la trama, representan la depresión desde la visión del director: ciervo (tristeza), zorro (pena) y cuervo (desesperación); en su primera aparición todos “devoran” a sus crías. En los seis capítulos de la obra se puede adivinar una lectura entre líneas, el ciervo no únicamente representa la tristeza, sino también la renovación: aquí la depresión aparece como el momento de replantearse la existencia y empezar a ser algo nuevo. Del mismo modo, el zorro, que en Antichrist es la pena, en el mundo de los significados es la trampa, la treta, la astucia del diablo que proclama el reino del caos. No se puede resistir la tentación de creer que en la profundidad de la depresión, la anarquía y la negentropía se encuentran para debatir sobre la realidad del mundo. Así, aparece el cuervo, la desesperación, el creador de mundos visibles: y es aquí donde el personaje de la madre encuentra su realidad.


Se ha hablado mucho de la relación entre los Anticristos de Nietzsche y von Trier. Si se confrontan e interpretan ambas obras, la lectura resulta interesante. En Nietzsche la mujer es representada como la maldad por haber dado de comer del árbol del conocimiento (siguiendo la idea del Génesis, que el conocimiento produce el pecado original), pero también como aquella poseedora de una naturaleza biológica poderosa (alejada de la censura religiosa que anula el cuerpo). Así, la protagonista de la cinta es el Anticristo contra la exigencia de la “verdad” de su esposo; ella, fundida en la naturaleza de la maternidad y la tristeza representa la antítesis del control y el antropocentrismo. La figura masculina, representa aquí la contraparte femenina, una supuesta bondad en la ignorancia. A primera vista podría parecer que el personaje de Dafoe busca proteger a su esposa, en realidad su lucha es por el control, la presión constante y la falta de respeto por el dolor ajeno está disfrazado por un interés en el bienestar de una mujer inestable que mucho antes él había abandonado emocionalmente.


Melancholia.


Una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia. Narrada en un prólogo y dos capítulos, cada uno destinado a una hermana: Justine (Cristen Dunst) y Claire (Charlotte Gainsbourg). La entrada describe una serie de cuadros ralentizados que resumen la película a través de metáforas de la tristeza, el caos y la muerte. El primer capítulo relata los sucesos el día de la boda de Justine. La interacción disfuncional de la familia se exhibe de manera clara. Una madre fría y abiertamente agresiva, un padre indiferente y la exigencia de ser feliz por parte de una hermana, llevan a Justine a una crisis que no puede superar. Aparece por primera vez en el firmamento Melancholia, un planeta que pasará muy cerca de la tierra.


La segunda parte se centra en el acercamiento de Melancholia a la tierra y la angustia que esto produce en Claire. Esta última cuida con frágil paciencia a Justine, quien pasa por un episodio de depresión mayor. El tiempo se vuelve significativo en la historia: mientras que Justine está sujeta al pasado por unas gigantes lianas grises, Claire está arrojada al futuro por el temor que le produce Melancholia. Ansiedad y depresión, ambas condiciones danzan en la continua simbiosis sintetizada en un planeta.


También aquí se observa que el hombre, aparentemente preocupado y amoroso, es quien abandona y deja a su suerte a todos los que dependen de él. En Melancholía este papel corresponde a tres personajes: Michael (esposo de Justine), John (esposo de Claire) y Dexter (el padre de ambas), interpretados por Alexander Skarsgård, Keifer Sutherland y John Hurt, respectivamente. Aparece, además, la figura masculina que presiona y transgrede los límites para demostrar el control: Jack (el jefe de Claire), interpretado por Stellan Skarsgård.


Los elementos que utiliza el director no son gratuitos. Una fastuosa boda que promete un nuevo comienzo se va transformando en un descenso a la desesperación. Antes de entrar a la ceremonia, Justin mira al cielo e identifica una estrella que forma parte de la constelación de escorpio y luego va a saludar a su caballo. El escorpión y el equino negro, símbolos utilizados para alertar del desastre y la muerte que se avecinan en los siguientes minutos de la cita.


La utilización de la ralentización se vuelve el pretexto para mostrar cuadros hermosamente compuestos en lo visual y lo sonoro, que expresan con exactitud el tema. Basta la primera imagen para explicar este punto: Justine en close up, con los pájaros muertos detrás de ella, mientras inicia la obertura de Tristán e Isolda de Wagner. Una exactitud magistal entre lo sonoro y lo visual por la que se agradece el talento de von Trier. Además de estos elementos de contenido y simbología, esta película es la que tiene la estructura estética mejor lograda de la trilogía.


Nymphomaniac


Esta cinta es la más polémica, pero no la mejor. Esta entrega se aleja bastante de las otras dos. El argumento se desarrolla a través de la historia de la sexualidad de Joe (Stacy Martin/ Charlotte Gainsbourg). Producto de unos padres ausentes, Joe desarrolla un aplanamiento del que únicamente puede salir si tiene encuentros sexuales: de algún modo hay que sentir de nuevo.


La ridícula fantasía machista de la mujer sexualmente insaciable trata de sobrellevarse con un planteamiento existencialista: sexualidad transformada en autodestrucción. Aquellos que han visto en la película únicamente una supuesta liberación sexual, desaciertan en el olvido de que la cinta forma parte de una trilogía.


No está muy claro por qué el director abandona la estética que había mantenido en las dos entregas anteriores. Quizá se debió a su interés por señalar la hipocresía de la crítica que no había entendido bien Antichist y que, durante la exhibición de Melancholiaen Cannes, lo había tachado de nazi. Lo cierto es que este cambio demerita el trabajo de von Trier. Deja a Nymphmaniac desnuda y entrega a cambio una densa película de más de tres horas de duración.


Aunque se advierte una continuidad en el tema de la depresión y en el castigo corporal de las protagonistas, y la constante representación de personajes masculinos que terminan decepcionando (en este caso Seligman, interpretado por Stellan Skarsgård, que se presenta como un hombre comprensivo, pero termina buscando satisfacer un apatito sexual que él mismo había declarado inexistente), o que durante la película presionan a la protagonista para llevarla al límite (Jerôme, esposo de Joe, encarnado por Shia LaBeouf, quien intenta transformar a su pareja en una persona diferente).


***

La trilogía de la depresión de Lars von Trier nos arroja con furia la tesis de que la depresión es un apocalipsis que destruye todo lo que se conoce para crear mundos nuevos. El retrato de cuatro personajes femeninos, poderosos y complejos, que atraviesan sus realidades entre el miedo, el dolor y el caos, hacen una atmósfera perfecta para plantear dicha tesis. La narración y la estética que utiliza el autor hacen de esta obra un documento imperdible para disfrutar del buen cine y sumergirse en las imágenes y los sonidos de la depresión.

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