Autora: Carolina Mora Huerta
Imagen: Revista Enchridion, No. VIII, 2017
Cae la lluvia de las manos,
resbala entre las uñas largas de mis dudas.
Yo soy esta boca contagiada de silencio,
el cráneo que se inunda,
el beso que estalla en el vientre de mi madre.
Envuelvo mi corteza estéril
en las madrugadas donde nacen mis delirios,
y germinan cicatrices sobre el agua
en que bautizo mis palabras y mis restos.
De esta forma trazo el camino a mi sepulcro
y de noche se me atora en la garganta la nostalgia
y me duelen mis desiertos y la tilde a mi costado.
Una fiebre sonora que se anida en mi oído,
es la camada envenenada de insomnio
que se lava los latidos en el río de mis labios
donde ya no quedan gotas de otra historia,
de otra pesadilla de voz ronca.
El camino vagabundo de mi abrazo abandonado
es el tercio de las grietas en mis pies de barro,
donde cierne mi imagen de un muñón de polvo
y en el centro de la espesa dicha,
encuentro mi cuerpo paralelo.
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