top of page

Laberinto e islas deshabitadas:sobre "Pandilla Punk" de Elizabeth Gori

Por Armando Gómez Rivas




Leer y escribir poesía o incluso, contemplar la posibilidad de ver lo cotidiano de forma diferente parecen actividades predestinadas al olvido. El escritor Witold Gombrowicz, desde otra perspectiva, emprendió una divertida postura contra la falsedad de la poesía en el célebre ensayo Contra los poetas. Gombrowicz reconoce en la poesía un ritual “ensalzado, casi celestial” que conlleva un canto monótono e insoportable. Además de la pomposidad mal entendida del género poético, la sistematización de la cultura del copiar-pegar y los algoritmos de búsqueda son algunos de los microorganismos que han invadido la vida moderna e infestan el arte.

            Sin más, algunos argumentos contemporáneos que puedo advertir en la brecha que se ha formado en la poesía son las limitaciones en la imaginación y la imposibilidad de otorgarle tiempo al ritual de descifrar un mundo oculto entre palabras, imágenes, sentencias. Y por otra parte, la poca lectura de poesía (o ausencia total de lectura).

 

            Pandilla Punk (Premio Dolores Castro 2023) de Elizabeth Gori es un poemario que dice lo contrario; es una invitación a romper estos razonamientos. Desde el epígrafe de Rebeca Solnit: El arte de perderse en el laberinto de Pandilla Punk es una provocación para iniciar la lectura, para adentrarse sin conocimiento, para abandonar la ceremonia y para caminar sin miedo a llegar a un lugar específico.

            El poemario Pandilla Punk está diseñado en cuatro secciones. Una travesía que se deduce a través de los subtítulos: Cuarto creciente, Plenilunio, Cuarto menguante, Novilunio. En el entendido que se trata de las fases lunares, la lectura nos habla de tiempos definidos que se renuevan para llevar, en cada ciclo, a interpretaciones, espacios y parajes diferentes. Aunque, con la repetición (o relectura), esos lugares los reconoceremos nuestros, familiares y actuales.

            Elizabeth Gori suma, con Pandilla Punk, otros desafíos a la lectura tradicional de la poesía. Una brújula: personajes, conflictos, giros, clímax, resolución; elementos, asociados a la narrativa que caminan en el laberinto de palabras (caligramas: Gorand Zasvom, Olas, Estábamos tan dispersos), y delinean una historia que el lector puede traer a la versión más rebelde o conservadora que le agrade.

            Adentrarse en Pandilla Punk es tan desafiante como en su momento fue Naranja Mecánica (Stanley Kubrick, 1971). Historias de contraste que pueden ser tan triste como divertidas, tan enigmáticas como directas, tan desafiantes como cotidianas. Los sentidos, sin embargo, se arropan con intensidad en las páginas de Pandilla Punk. Escuchamos música sofisticada, sonidos cotidianos, versos rítmicos. Degustamos zarzamoras, mandarinas, licores y, entre decenas de aromas, se filtra la hierba fresca, la temperatura de la calcinación. Sentimos el movimiento, las hojas flotando, el viento formando remolinos de recuerdos y, entre nuestras manos, el libro gira físicamente para encontrar sentido.

            Sin más, Pandilla Punk es una aventura, una exploración que va mucho más allá de una apuesta literaria monótona y anquilosada. Pandilla Punk es una invitación a reflexionar sobre el alcance de la poesía y sobre valores universales como la muerte, la amistad, el amor… que pueden encontrarse en un graffiti, en un poema o entre los integrantes de una familia que miran los pequeños cambios de la luz de la luna.

283 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page