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GIGANTOIDES

Por: Pável Ernesto Zavala Medina.



Gráfica: Julia Mora Huerta.


Síntesis del Reporte Giraudoux realizado por Jacques Giraudoux y su equipo de científicos en el año 2384, por encargo de la Comisión Científica de la Nueva Raza.

Por el Doctor en Ciencias Stefan Ortiz

Director de la Oficina Comisionada para la Crisis Poblacional

Conferencia de apertura del V Congreso Bienal para la Crisis Poblacional y de Natalidad

Año 2415 EC

Nadie sabe con precisión las causas de que se presentara un fenómeno de tal naturaleza, la única certeza al respecto es que a finales del siglo XXI podían distinguirse dos subespecies dentro de la raza humana: las personas de talla o proporción reducida (TR) y las de talla extensa (TE).

Al respecto, los científicos han investigado profundamente, especulado mucho más pero han concluido poco. Las hipótesis científicas más coherentes hasta el momento son las siguientes: quienes apoyan una línea ecologista creen que se debió al impacto de la contaminación sobre la raza humana; entre ellos, algunos sostienen que fue primordialmente la contaminación del agua, otros que fue la contaminación del aire, y unos pocos que fue la radiación solar aumentada debido al desgaste de la capa de ozono, lo que generó una mutación de tal magnitud. Otros tantos defienden la que ha sido llamada “explicación económico-genética”: la paulatina escasez de recursos naturales creó un estrés de tal magnitud en la raza humana que produjo un cambio en su estructura genética para que pudiera sobrevivir con una menor cantidad de recursos. De este último grupo ha surgido una explicación de índole evolucionista que resulta ser la más compleja, pues incluye a las explicaciones ecologista, en cada una de las variantes, y a la económico-genética. La evolucionista supone la interacción de tres fenómenos independientes: el primero de ellos, la creciente contaminación que asoló al planeta Tierra a finales del siglo XX y principios del XXI; el segundo, aunado estrechamente al primero, la escasez de recursos naturales y de alimentos por la que pasó la humanidad; y por último, el aumento en los nacimientos de gente de proporciones reducidas (TR) así como el paulatino desplazamiento de las personas de proporciones extensas (TE) – nombradas posteriormente como gigantoides – hacia zonas frías, por razones aún no identificadas

Las causas, como se mencionó anteriormente, siguen siendo un misterio. Lo cierto es que a principios del siglo XXI las personas TR, llamadas en ese entonces gente bajita o, peyorativamente, “chaparros” o “enanos”, comenzaron a aumentar en número; mientras que las personas TE – que en la época eran el talla normal – menguaban en cantidad. Este fenómeno, la Talla Reducida, no debe confundirse con la malformación que daba lugar a los enanos: personas pequeñas y contrahechas, una mutación que aparecía esporádicamente y que rara vez se repetía en la siguiente generación. El nuevo fenómeno no era en ningún sentido una malformación: era la contracción de las proporciones, sin que ello afectase la forma básica ni la funcionalidad del cuerpo humano. Antes bien, significó una mejora: se disminuyó la ingesta de alimentos y se optimizó el metabolismo – nuestra especie es prácticamente inmune a la diabetes u otras enfermedades de índole alimenticia.

A finales del siglo XXI la población TR comenzaba a ser mayoría alrededor del mundo, convirtiéndose en el paradigma de “talla normal”: la ropa, el calzado, incluso los utensilios cotidianos y, lo que a la postre resultó ser muy importante, las viviendas tuvieron que ser adaptadas a esta nueva medida del mundo. Todo ello trajo consigo un ahorro significativo en el consumo y una optimización en la utilización de recursos naturales: el alimento que antes satisfacía a una persona, ahora sustentaba a dos. Hay quien ha argumentado, considerando lo anterior, que la población TR es más ecológica, más cercana a la naturaleza: al reconocer la precariedad de sus propias proporciones, para el ser humano TR es más evidente su dependencia de la naturaleza; no así con su primo TE, cuyas proporciones y fuerza le parecen suficientes como para asegurar su supervivencia imponiéndose a la naturaleza. Un par de puntos están a favor de esta visión: en primer lugar, las ciencias y las tecnologías ambientales han tenido sus más significativos progresos durante el último siglo y medio; en segundo lugar, por sus proporciones comprimidas, los humanos TR prefieren climas cálidos, con lo que su población se ha concentrado en la línea del Ecuador, evitando los climas fríos, consumiendo menos combustibles sólidos y generando menor cantidad de contaminación en el aire, dos de los problemas más acuciantes de la humanidad a principios del siglo XXI. Esto está directamente relacionado con el descenso de siete grados Celsius de la temperatura, con lo que el calentamiento global ha sido revertido.

Si el ánimo que la humanidad ha experimentado durante los dos últimos siglos es de optimismo, no lo es únicamente por los beneficios ecológicos y las ventajas evolutivas que la separación entre humanos TR y TE ha traído, sino porque también se han reportado ventajas sociales y políticas: los TR son socialmente más empáticos, no soslayan la importancia de la interdependencia de sus relaciones y por ello mismo no buscan sacar provecho de sus congéneres: son conscientes de que su éxito biológico radica en su conformación social y no en una característica individual – o una visión individualista de la misma – como lo creían los humanos TE. Las tensiones políticas han prácticamente desaparecido gracias a la tendencia de los TR a mezclar lo que antes se conocía como razas: esa división entre blancos, negros, asiáticos, etc., ya no es válida o siquiera aplicable, pues el mestizaje ha sido tal que no existe individuo que no posea alguno de los tributos de las anteriores razas. Ya no existen las razas puras, sólo existe una sola Raza Humana. También es patente por la combinación de nombres y apellidos que denotan procedencias que antes hubieran sido impensables encontrar en una misma persona. De igual modo, las enormes Naciones-Estado han desaparecido para dar paso a Ciudades Estado con ciudadanos cuya identidad filial es de especie y no de nación.

Sin embargo, una sombra siniestra parece ceñirse sobre este panorama de bienestar. Nos referimos precisamente al descubrimiento hecho por el Doctor en Ciencias Biomédicas, Jacques Giraudoux, y al posterior estudio que realizó con su equipo, dado a conocer en el año 2284. Después de trabajar por más de veinte años como médico obstetra, el doctor Giraudoux estudió un peculiar fenómeno: la mayoría de las mujeres daba a luz a un único hijo; quienes se atrevían a tener dos o tres descendientes se arriesgaban a tener fracturas de pelvis o dislocamiento de cadera. Giraudoux descubrió algo aún más alarmante: incluso las mujeres que tenían un solo hijo padecían graves consecuencias en su salud, como descalcificación, desnutrición y sistema endócrino desgastado, lo que hacía que las mujeres dudasen en tener siquiera un hijo. Para Giraudoux y su equipo representó un trabajo de tres años determinar las causas precisas de tal fenómeno, las cuales fueron sorpresivas por su aparente obviedad: el tamaño de los neonatos. En efecto, la reducción en proporciones se manifiesta en la forma adulta del humano TR, no obstante, un recién nacido TR no presenta ninguna diferencia con respecto a uno TE. El descubrimiento de Giraudoux habría pasado desapercibido, como la teoría paranoica de un científico perturbado, de no ser porque en ese mismo año el Sistema de Seguridad Social y Salubridad Pública reportó una baja tasa de natalidad. A partir de los datos obtenidos por Giraudoux y su equipo, se determinó que la población mundial podría disminuir exponencialmente debido a que las parejas sólo pueden tener un hijo: después de trescientos años de éxito evolutivo, nuestra raza comienza a ser amenazada con la extinción.

Los científicos ya han dado algunas propuestas para afrontar la crisis poblacional. El propio Giraudoux sugirió la creación de matrices artificiales en las que los fetos podrían ser insertados después de un mes de haber sido concebidos. La idea parecía una buena solución, sin embargo, debido a la tecnología existente, tales matrices no han podido ser construidas de manera exitosa y ya no se ha querido invertir más en el proyecto. Víctor Hiraoka, alumno de Giraudoux, propuso suministrar fórmulas alimenticias a las mujeres embarazadas para que no padecieran descalcificación y desnutrición, lo que tuvo cierto éxito, pues las mujeres dejaban de sufrir dichos males. Pero tuvo un efecto no deseado: los niños nacían de con un peso cercano a los 4 Kg, un volumen descomunal para una mujer cuya estatura promedio es de 1.25 m, lo que significaba un aumento en los dolores de parto y en las posibilidades de una fractura de pelvis. Además las vitaminas, el calcio y otros minerales de las fórmulas no eran absorbidos completamente por el cuerpo, sino que eran desechados por la orina o las heces, o bien, eran absorbidos por el feto. Dado que las fórmulas han sido demostradas como ineficientes, su uso ha desaparecido, aunque siguen siendo ofrecidas a las mujeres que temen la descalcificación y la desnutrición durante el embarazo, con la advertencia que pueden dar a luz a un niño con macrosomia.

Una tercera propuesta, la más audaz, fue hecha por el equipo de los doctores Vladimir Brown y Leónidas Carax, ambos con estudios en antropología y fisiología. Su tesis partía de una apreciación muy simple: los niños tanto de TE como de TR nacen con las mismas proporciones, la diferencia de talla no es evidente sino hasta después de los dos años, de acuerdo con los registros anteriores a la separación de la especie, cuando el crecimiento de los TE se ralentiza mientras que el metabolismo de los TR mantiene el ritmo hasta la edad adulta. En 2289 – cuando Giraudoux y Hiraoka aún desarrollaban sus proyectos para afrontar el bajo índice de natalidad – Brown y Carax dirigieron una expedición a las zonas frías de América del Norte, que llegó hasta el territorio que antes conformaba la nación de Canadá; su propósito era averiguar si las hembras TE podrían llevar en su vientre a fetos TR. Durante dos años estudiaron, sin interferir, en los hábitos y costumbres de los grupos de TE que encontraron en su largo recorrido. A pesar de que la ahora conocida como Expedición Brown – Carax no terminó de la manera más afortunada, los datos que recopiló y envió nos proporcionaron un conocimiento invaluable con respecto al destino de los TE después de la separación.

Gracias a la Expedición, sabemos actualmente que los humanos TE han modificado considerablemente su comportamiento durante los últimos ciento cincuenta años. Si en un principio sólo se distinguían por su complexión y su predilección por los climas fríos, desde al menos hace cincuenta años – aunque bien podría ser por más tiempo – los TE han pasado de un modo de vida sedentario a uno nómada. De igual modo, han abandonado toda forma de organización política compleja, regresando al sistema de las tribus y los clanes. Las antiguas ciudades del extremo norte y del sur se encuentran abandonadas, o están escasamente pobladas: es muy probable que sólo sirvan de refugios temporales. Pocas son las aldeas sedentarias, las cuales rara vez se encuentran localizadas en las inmediaciones de las antiguas ciudades. Por lo que se sabe, han dejado de lado el uso de la energía eléctrica: sólo utilizan la combustión de madera, principalmente por la escases mundial de carbón mineral. La falta de uso de la energía eléctrica explica por qué dejaron de llevar a cabo transmisiones radiales. De la fisionomía de los TE – es el punto en el que se enfocó la Expedición – sabemos que mantienen una estatura de entre 1.90 m y 2 m, con un peso cercano a los 100 Kg, sin mucha diferencia de peso y estatura entre el macho y la hembra. En cuanto a la reproducción del TE, de lo poco que se conservó de los datos de la expedición, se sabe que las hembras son de constitución fuerte y no padecen los males del parto de las TR, lo cual sería un punto a favor de la propuesta de Brown. Se sabe que la población de TE ha disminuido considerablemente a causa de su forma de vida nómada no por falta de nacimientos, sino por la alta mortandad entre los infantes: durante los dos años que duró la misión de Brown y Carax, se observó que dos de cada cinco niños TE morían antes de llegar a la edad de tres años, sólo uno llegaba a la edad plenamente adulta. El alto índice de mortalidad entre los TE está causado directamente por su modo de vida nómada: los inviernos son duros para los infantes; los que sobreviven son muy resistentes, pero aún en una edad más avanzada no están exentos de amenazas, como las heridas durante las cacerías o las peleas con otros machos. La vida se ha vuelto muy difícil para los TE porque han perdido todo rastro de cultura y civilización.

Respecto a cuál fue el problema con la Expedición Brown – Carax[1], baste decir por el momento que hubo un serio conflicto en el equipo, dividido entre los que apoyaban la captura de hembras TE para comenzar con experimentos y determinar la viabilidad de su uso como portadoras de fetos TR; y quienes creían que era preferible abandonar ese proyecto. El primer grupo estaba conformado por Brown y cuatro colegas más, mientras que el segundo era liderado por Carax y tres miembros del equipo. El desenlace fue violento.

Lo relevante es que treintaiún años después del descubrimiento de Giraudoux – y veinticuatro del sacrificio de Carax, Brown y su equipo – aún no hemos podido dar una solución eficiente y eficaz al problema del bajo índice de natalidad y, por ende, a la amenaza de extinción que se cierne sobre nuestra raza. Sabemos, por las notas de Carax, que él opinaba que la propuesta original denigraba a los TE, los consideraba, sino como bestias inhumanas, al menos sí como seres humanos de un orden inferior, y por ello mismo se debía desechar el proyecto. Incluso Giraudoux y Hiraoka se manifestaron en contra de tal empresa. Sin embargo, es necesario no perder de vista que, hasta el momento, recolectar hembras TE y criarlas para ser portadoras de infantes TR es la única solución aplicable a corto plazo, y que de no hacerlo así, no sólo se extinguirán los humanos TR, sino también los TE. Si los TE son humanos en pleno sentido o no del concepto, y si esto puede ser una justificación para que los TR hagan uso de ellos como harían uso de algún otro recurso natural, es una discusión que podría resolverse dentro de cien años, mismos que no tendremos si no solucionamos nuestro problema de fertilidad. Definitivamente es preferible salvar dos razas permitiendo que una use a la otra como incubadoras, a permitir que ambas se extingan. Quien opine de manera diferente, ha perdido su conciencia de especie, y su dictamen puede ser dejado de lado, como se deja de lado la opinión de un loco o un ignorante.

[1] Se recomienda leer la Crónica de la Expedición Brown – Carax, para tener un conocimiento más detallado del trabajo realizado por estos investigadores y el destino de su excursión.

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