Por Armando Gómez Rivas y Elizabeth Gori
Las cosas que hacemos pueden definir quiénes somos. De modo más preciso, según John Douglas: el modo en que hacemos las cosas se relaciona con nuestra historia; con cómo nos vemos, qué poseemos, qué hemos vivido y, extrañamente, perfilan lo que haremos en el futuro.
Mindhunter no es un libro fácil de digerir. La crudeza de las narraciones y los escenarios que se muestran en sus cuatrocientas páginas son aún más terribles de lo que se podría imaginar. La premisa es básica, incluso parece simplista. Sin embargo, a lo largo de la narración, John Douglas y Mark Olshaker demuestran que esta sencilla idea fue suficiente para capturar a los peores asesinos en Estados Unidos y, por qué no decirlo, de la historia de la humanidad en tiempos modernos.
El sabor del azar y las casualidades nos agobian (incluso nos fastidian) con la certeza de que cualquiera de nosotros podría cruzarse en la calle con un asesino. Sí, un asesino es una persona con ansias de manipular, de dominar y controlar. Pero al final, como puntualiza Patricia Cornwell: con el libro Mindhunter entendemos “por qué hay monstruos”.
Quisiéramos que fuera un libro de ficción, pero no lo es. Mindhunterrelata el desarrollo de la Unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI. Un departamento encargado de realizar perfiles de los asesinos seriales. Es una inmersión en la historia de los actos criminales más famosos y crueles que se han registrado en la historia norteamericana: Ed Kemper, Charles Manson o David Berkowitz, entre otros.
No es necesario imaginar, los detalles reales se muestran sobrios e incluso pueden llegar a parecer fríos, página tras página. La sangre se congela con la idea de la proximidad. En el “hijo de Sam”, por ejemplo, se exponen las líneas terribles de una carta enviada por un asesino y secuestrador que se considera un monstruo. Según el testimonio registrado en el libro fue un niño pequeño, un hijo golpeado, un delirante bebedor de sangre que buscaba la fama e intentaba confundirse entre nosotros:
Ese don nadie insignificante se había convertido en una celebridad nacional. Más de cien detectives se unieron a la Operación Omega. Las comunicaciones demenciales y delirantes continuaron, incluidas cartas a la prensa y a periodistas como el columnista Jimmy Breslin. La ciudad estaba aterrorizada. En la oficina de correos, nos contó, sintió una gran emoción al oír a la gente hablar del hijo de Sam sin saber que estaba en la misma sala. (Douglas, 2018, pág. 153).
El asesino puede estar sentado a nuestro lado; en el cine, en la plaza o en un concierto. Podría ser un conocido, una persona cercana a la que le tenemos aprecio. “La raza humana cuenta con un largo historial de hacer daño a los seres queridos o a los que deberíamos querer” (p. 297). Aunque alguien a quien consideramos próximo, quizá un buen amigo, de pronto puede tener la idea de lastimarnos, no dejemos de disfrutar las cosas buenas que ofrece la vida, por ponernos paranoicos.
Del libro Mindhunterse desprende la serie homónima de Netflix. La dirección y adaptación es de David Fincher, quien ya había llevado a la pantalla historias de asesinos seriales en Seven (1995) y Zodiac (2007). Honestamente, la versión de Fincher está mucho mejor lograda: un casting impecable, historias con un desarrollo más dramático y el tono verde-oscuro en la fotografía, tan característico del autor. Acompañan a este acabado, otros detalles muy resaltables como la banda sonora (cómo olvidar la entrada inquietante de cada capítulo con las notas de Jason Hill).
Un terrible defecto, sin embargo, es que la productora de televisión decidió suspender la grabación de la última temporada. La resolución de los casos, como la vida misma de los asesinos, se quedó en el tintero; pero siempre se puede recurrir al libro de Douglas para conocer los desenlaces y alguno que otro detalle escalofriante que no vimos en la serie.
¡A por ello!
Me pueden recomendar donde conseguir el libro? Gracias.